Iván Argente y Jordi Learreta / Valencia
Beatriz cursa
segundo de Magisterio Infantil en la Universidad Católica de
Valencia San Vicente Mártir (UCV). Empezó estudiando en la sede
provisional que Carcaixent (su localidad) acogía mientras se
iniciaba la construcción de un aulario. “La cercanía y comodidad
fueron dos aspectos claves que influyeron en estudiar en la Católica
de mi pueblo”, afirmó la universitaria. No obstante, este año
debe desplazarse a Alzira porque la capital de la Ribera Alta ha
ganado la pugna que tenía con Carcaixent por acoger el campus Mare
de Deu del Lluch. I como ella, más de 600 estudiantes.
Carcaixent se queda
así con un solar de más de 2.400 metros cuadrados medio
construidos. Lo que iba a ser el aulario de la católica se encuentra
en una zona privilegiada y residencial de la localidad de la Ribera
Alta. Un terreno caro que ni siquiera la UCV ha tenido que pagar ya
que Lola Botella, alcaldesa de Carcaixent, cedió el solar
gratuitamente para incentivar el interés de los promotores en el
municipio y ponerles más facilidades que Alzira, también interesada
en acoger el campus. Además, cabría destacar que los costes de
este proyecto se han cubierto a través de recursos públicos. Nada
más y nada menos que 1.200.000 euros gastados para que al final el
aulario se implante en Alzira. “La Universidad Católica vino a
Carcaixent a hacer negocios” acusa Vicent Albelda, concejal de
Compromís. “ El PP hizo oídos sordos a nuestras advertencias y
les regaló el edificio”.
No es una novedad
que Alzira y Carcaixent compitan por infraestructuras atractivas para
el desarrollo económico y el prestigio de las mismas localidades. El
Centro Comercial Ribera del Xúquer o Decathlon son ejemplos de
pugnas ganadas por Carcaixent, utilizadas repetidamente en campañas
electorales del Partido Popular. Sin embargo, el conflicto con la UCV
trasciende más allá del fracaso del proyecto de Lola Botella.
Éste no tuvo jamás
una firma, todo se realizó mediante un “Pacto de Caballeros”,
entendido como acuerdo informal entre dos o más partes. Este
contrato se basa en el honor de las dos partes y su mutuo
cumplimiento. En este caso, el pacto fue oral entre la alcaldesa
Botella y Agustín García-Gasco, alto cargo de la Universidad
Católica. “El 1 de mayo de 2011 fallece el cardenal y unos días
después me llaman de la UCV que querían hablar conmigo” declaró
la alcaldesa carcaixentina. La católica se trasladó a Alzira
dejando a Carcaixent con su proyecto a medias. ¿Pecó de confianza
la popular Lola Botella?
“Yo me he formado
en esa religión, me he casado bajo el paraguas de esta religión,
soy creyente y que te fallen los míos es duro”, sentenció Botella
tras la anulación del convenio. “Fue una aventura preciosa con un
final desastroso” continúa la actual alcaldesa que no entiende la
marcha atrás de la UCV. “Les comimos el coco para que viniera al
pueblo, aquí se cumplimentaba la matrícula antes que en otros
sitios gracias a la cercanía de la estación de tren”. Carcaixent
dio muchas facilidades, “fuimos ampliando matrícula, fuimos al
conservatorio, nos agobiaron y nos pidieron hacer un aulario”
asegura. Respecto al dinero invertido en la infraestructura, Botella
garantizó que proviene del Plan Confianza impulsado por Francisco
Camps, ex presidente de la Generalitat Valenciana. “Cuando vino el
dinero del Plan Camps nosotros teníamos aquí un terreno dotacional
para poner ese aulario”, además Botella añadió que “el
ayuntamiento tenía dinero para hacer 4 o 5 módulos” pero la UCV
les comunicó que no era suficiente. El ayuntamiento se comprometió
a hacer la estructura con la condición de que la UCV pagara el resto
del edificio. Lola, indignada, achaca que “se hizo además a su
gusto porque ellos eran los que lo iban a usar”.
“El PP no tuvo
suficiente con regalarles el edificio, sino que además se negó a
incluir cualquier tipo de cláusula de penalización en caso de
incumplimiento del convenio” acusó Vicent Albelda, miembro de la
oposición por parte de Compromís, en el último pleno celebrado en
el ayuntamiento de Carcaixent. Compromís incidió en que “han
utilizado Carcaixent como puente para instalarse en Alzira”. Las
disculpas de Botella no fueron bien recibidas e incluso Ana
Calatayud, portavoz de Units per València, le pidió que dimitiera.
El actual gobierno
de Carcaixent asegura que el futuro de la infraestructura está
sujeto a la Conselleria. A Botella le comunicaron que “para acabar
eso” necesitaban “gastar 1 millón de euros” y ahora no los
tienen. La finalización del proyecto pasa por que “Conselleria vea
que hay gente que pueda llenar eso y mejore la situación económica”,
señaló la popular. La alcaldesa se mostró optimista y confesó que
está “convencida que nos ayudarán”. Sin embargo, desde
Compromís desechan la opción de otra relación con la UCV y
apuestan por instalar una Escuela Oficial de Idiomas en Carcaixent o
ampliar el Juzgado de Paz. La realidad es una estructura medio
construida que les ha costado 1.200.000 a los ciudadanos de
Carcaixent.
Actual estado del
proyecto del Aulario para la Universidad Católica. /IVÁN ARGENTE