Llegas a casa tras un largo viaje, miras el reloj, es muy pronto, te acuerdas de las amistades que has dejado en aquel bonito pueblo Francés, se te ablanda el corazón, decides acostarte para soñar... A continuación te suena el despertador, vas al colegio a ver una actuación de tus compañeros, le pones al mal tiempo buena cara, estás muy cansado, estás roto, estás hecho polvo, estás triste... Te vuelves a casa como viniste más solo que la una pensando en todo lo que te ha pasado en esta semana tan fantástica. Abres la puerta de casa y cargas las fotos en el ordenador, dejas de lado ese sentimiento de nostalgia y te ríes observando las fotos realizadas durante el viaje, llegas a una conclusión son fantásticas. Tras unas cuantas horas despierto tu cuerpo se rinde ante la suave textura de las sabanas de aquella cama que no has disfrutado y que llegaste a echar de menos. Te despiertas tarde mirando de nuevo el reloj y pensando nuevamente en todo aquello que has dejado atrás...
