lunes, 9 de agosto de 2010

Historia Singular.


En el páramo helado suelen habitar criaturas insólitas y sorprendentes pero desde el primer segundo que pasé allí me cautivó un elegante pingüino azul fosforescente, su pelaje absorbía la luz que desprendía el sol por la mañana y por la noche me iluminaba en los sitios más siniestros, tuve suerte de conocer a aquel pingüino. Oh, no me he presentado, soy una lagartija roja, no se como he llegado hasta aquí mi hábitat es el gran desierto del Gobi y solía vivir gracias a las enormes temperaturas que mantenían mi sangre a una temperatura adecuada y a mi agilidad para evadir a los depredadores del desierto. Aquí duraré poco tiempo si no encuentro una fuente de calor que mantenga mi cuerpo a la temperatura ideal. Ahora contaré como conocía a aquel maravilloso pingüino. cuando llegué aquí comencé a buscar algo o alguien que me ayudase, y topé con lo que buscaba.
-Perdone su pelaje me ha llamado la atención en medio de esta cantidad de masa blanca helada.
-Si, me suele pasar a menudo, ¿puedo ayudarle pequeño reptil?
-No se como he llegado hasta aquí pero necesito una fuente de calor para mantener la temperatura de mi cuerpo ideal.
-Puedo ayudarle, mi pelaje recibe la luz del sol así que si estas conmigo podrás aprovecharte del calor que desprende mi cuerpo.
-Oh muchas gracias espero poder devolverle el favor algún día.

Más tarde le conté que estaba cansado del desierto del Gobi y que deseaba salir de allí, pero ahora que lo estoy pasando mal, desearía no haber salido nunca de allí. El pingüino me entendió
a las mil maravillas, me explico que las cosas que tenemos no las apreciamos al 100% y que cuando realmente nos hacen falta, nos damos cuenta de ellas. También me explico que de vez en cuando pasaban barcos de turistas por allí, yo me ilusione con sus palabras, el sintió mi emoción pero sus palabras fueron cautas, lo bueno se hace esperar dijo, al principio no lo entendí solo tenia ganas de salir de allí y volver a mi hábitat. Pasaron días, semanas, meses... cada vez las ganas de volver se hacian mas intensas pero por la otra parte la esperanza se desvanecía y a duras penas podia moverme. Un gran pájaro se acerco al pingüino una soleada mañana de no se que mes, había perdido la noción del tiempo y le comunico algo. A continuación el pingüino me dio la maravillosa noticia de que un barco se aproximaba, de repente me sentí con fuerzas para hacer cualquier cosa, era como si estuviese lleno de energía de nuevo, era una sensación maravillosa. Al poco tiempo ya estaba allí en el barco y a los pocos días ya estaba de nuevo en mi lugar preferido en el mundo al que desde este momento valoraré muchisimo más, porque aquel misterioso pingüino tenía razón. Lo bueno se hace esperar.